"Madammes et monsieurs, nous aterrirons á Paris vers 10 heures le matin, bon voyage."
Hugo se retorció en su estrecho e incómodo asiento recubierto de cuero (sintético, por supuesto) y abrió lentamente un ojo, lo volvió a cerrar pero al segundo se incorporó corriendo, ¿Acaso estaba en una avión? Acto seguido se mira el reloj, las ocho de la mañana del 20 de abril de 2014. Espera, ¡¿ABRIL?! ¡¿2014?! La última fecha que recordaba era el 25 de marzo de 2011. Todo era ilógico. Preocupado se giró y comprobó que a su lado se sentaba una mujer de pinta extranjera, con el pelo rubio (teñido, por supuesto), rasgos de la faz muy marcados y de una tez extremadamente blanca y delicada que ya quisiera para sí la misma Blancanieves. Hugo, muy decido, le preguntó con su masculina y ronca voz: ¿Qué día es?. Pero estaba en lo correcto cuando pensaba que no compartían nacionalidad, la mujer le contestó con un dulce y delicado Pardon? Hugo entonces comprendió que no hablaba su idioma y decidió volverse y pensar en otra manera de conseguir averiguar si por alguna casualidad su reloj se había escacharrado. Vale, ya está, abrió corriendo el revistero del asiento y sacó la típica revista de las compañías aéreas que se supone que son para informarte y hacerte el viaje más agradable pero que en realidad es la perfecta excusa para inyectarte una buena dosis de publicidad. Miró la portada: "April 2014". "MIERDA". No podía ser, ¿cómo había llegado a ese avión desde su ático en la calle Santa Isabel en el cual la noche anterior se acostó tras fumarse su cigarro habitual antes de dormirse mientras contemplaba salir a los últimos estudiantes del conservatorio?
Decidió levantarse e ir a la cabina del piloto para pedir alguna explicación sobre como había llegado hasta ahí, ¿Su sorpresa? El vuelo no era Madrid-París, ¡SINO BERLÍN-PARÍS! y sumándole que viajaba con Ryanair (o eso creía ya que se acordaba de los dispares tonos azules mezclados con amarillo de su decoración interior de cuando en verano de hace 3 años sus padres le regalaron un viaje a Barcelona por su 18 cumpleaños) . ¿El resultado? Ninguno de los tripulantes hablaba castellano. En ese momento el mundo se le vino abajo. Lamentó todos los días de novillos cuando tenía academia de inglés, para la cual su madre tenía que hacer verdaderos esfuerzos para pagarla, lamentó el no haberse aplicado en la escuela, lamentó toda su vida. El problema no era el estar en un avión sin saber por qué, ya que Hugo consume habitualmente cocaína y en situaciones más kafkianas se había visto envolucrado, el problema es que había saltado tres años en el tiempo y que el vuelo salía desde Berlín y él en su vida había salido de España.
Tras 15 minutos de intentar entenderse con la tripulación con petición incluida por esta parte de si había algún hispanohablante abordo, la cual no obtuvo respuesta alguna, Hugo desesperado decidió tranquilizarse y volverse a su asiento de pasillo en la fila 27 junto a la mujer de la dulce voz, se acomodó e intentó dormirse. Tras 20 minutos se percató de que entre el niño de detrás que no paraba de darle patadas a su asiento, la señora de al lado que acaba de transformar su voz dulce y melodiosa en la de un camionero con sus inaguantables ronquidos y el sonidito de cuando alguien entraba en el baño, el dormirse era una misión imposible.
Tras cinco minutos pensando decidió ir al baño a lavarse la cara para así pensar con más claridad, así lo hizo. Se lavó la cara y se miró al espejo. ¿QUÉ DIABLOS ESTABA SUCEDIENDO?, esa misma pregunta rondaba continuamente por su cabeza durante los 50 minutos que llevaba de vuelo. Pero no había descartado todas las posibilidades... ¿Y si era un sueño? Si era así ya se estaba cansando, estaba harto, no podía más, nunca en su vida había experimentado semejante revuelto de sensaciones, nunca en su vida había perdido la sensatez que tanto le caracterizaba, nunca en su vida había estado tan perdido y confuso.
¡EL MÓVIL! ¿Cómo no se le había ocurrido antes? ¡Al diablo con la absurda regla de no encender el móvil en el avión! Se rebusca en los bolsillos y saca un móvil de color negro y muy pero que muy deteriorado. Intentó encenderlo. No iba. Abrió la carcasa. No había ninguna batería. Eso ya era demasiado, era desesperante, agobiante y claustrofóbico. Era la hora de volver a hacer memoria de las posibilidades. La única que volvió a barajar fue la del sueño.
Tras cinco minutos pensando en como despertarse y tras pellizcos y cabezazos varios recordó que había leído que si mueres en un sueño automáticamente te despiertas. Estaba decidido, tenía que suicidarse. ¿Pero cómo? Estaba en un avión, las armas y los cuchillos estaban prohibidos, él no tenía pastillas como para suicidarse de ese modo y no procedía ir abriendo la maleta a la gente. Tenía que haber alguna otra manera más accesible por decirlo de algún modo. Piensa Hugo, Piensa. Como buen cinéfilo que es repasó todas y cada una de las películas en las que recordaba algún suicidio, pero nada. Y si... cogió y pegó un puñetazo al espejo, pero nada, irrompible. Vamos joder Hugo... Su desesperación crecía a medida que pasaba el tiempo, hasta llegar a límites insospechables... Pero al sentarse se le enganchó la camiseta azul oscura que le regaló una de sus ex con el cinturón negro de cuero regalo de cumpleaños de su amigo Pablo. Una horca casera, eso era lo que debía fabricar, ¿pero cómo...? Ya sabía, abrió con dificultad la trampilla situada en el techo en la cual se guardaban las máscaras de oxígeno y se percató de un pequeño enganche. Se subió de rodillas al lavabo, se ató el cinturón alrededor del cuello de una forma que le apretase y acto seguido enganchó la hebilla con el enganche. Respiró hondo y saltó.
Un minuto más tarde Hugo ya no respiraba.
Para lectores de esta entrada:
ResponderEliminarSé que el tema que he elegido es cuánto menos raro y por supuesto soy consciente de que la narrativa no es para nada lo mío jajajaja.
Sencillamente sublime
ResponderEliminar¿Que no es lo tuyo? Sinceramente, guárdalo y envíalo a un concurso de relatos breves. Es fantástico, me ha encantado. Bien narrado, bien expresadas las ideas y con coherencia, historia totalmente kafkiana. Has pillado la esencia de Mr Kafka.
ResponderEliminarAyyyy pues muchas gracias, de verdad. Esto sí que no me lo esperaba, no sé, lo veía soso y que no conseguía decir lo que quería.
ResponderEliminarAsí que muchísimas gracias :D