miércoles, 13 de octubre de 2010

Ese país llamado Bélgica. Día 2.

Antes de empezar, he de aclarar que dada la entrada de Juan Antonio yo actualizo al menos 2 veces todas las semanas, y llevo dos días intentándolo hacer pero por distintas circunstancias no pude usar el ordenador y por lo tanto no pude actualizar el blog.

Dicho esto, hoy voy a hablar de Gante.

Tras la odisea que tuvimos hasta encontrar donde se compraban los billetes en la estación y demás trajín que conlleva coger un tren, lo conseguimos y nos pusimos de camino a Gante. Puesto que cogimos el primer tren que había perdimos muchísimo tiempo porque cada 5 minutos hacía una parada, por lo que tardamos hora y media, el doble de lo que deberíamos haber tardado.

Al llegar a Gante tuvimos la suerte de encontrar a una española que a cambio de hacernos una foto para salvar no sé que minas en no sé que país nos diría un poco como llegar al centro de la ciudad y los lugares de interés que deberíamos visitar.

Pues llegamos al centro y cual fue mi sorpresa… ¡OBRAS! Sí, esa cosa tan temida por el ruido y el daño estético que hace y que puede hacer que te desilusiones de una ciudad al ver eso, pues imaginaros lo increíblemente bonito que es Gante para que saliese auténticamente maravillado, tras este breve shock en el que pareció que no había salido de mi querido barrio, ahora inmerso en las obras de la ampliación de metro que tan bien me vendrá, entré en la catedral, que me dejó sin palabras, es asombrosa; al lado de la catedral se encontraba la casa de los gremios, otra maravilla…

Y cerca de ahí encontré mi segundo vicio, las patatas fritas, también típicas de ahí, y me tomé un cartuchazo de estas para aguantar la caminata y ahogar el hambre.

Callejeamos un poco y llegamos a una cervecería típica de ahí, en la que nos tomamos un aperitivo, no me acuerdo del nombre, lo buscaré y en un futuro lo pondré para futuros viajeros, es un sitio muy agradable y la dueña del sitio era encantadora.

Gante tiene unos preciosos canales en los que se puede realizar un paseo en barco, que yo no realicé y por tanto no puedo recomendar, pero en los foros, al contrario que en Brujas que lo ponían de imprescindible y que doy fé de ello, decían que en Gante no era necesario, que la ciudad era mucho más entrañable a pie que en barco.


Llegamos a la Plaza mayor, que también, al igual que en Bruselas, era el mayor encanto de la ciudad, no sé que tendrán en Bélgica con las plazas…

Y seguimos callejeando, perdiéndonos por Gante, que al fin y al cabo es lo que hay que hacer para conocer bien una ciudad, y más en Gante, dado que el encanto y la magia del lugar residen en sus callejuelas. Y llegamos a una cafetería, donde volví a alimentar mi primer vicio del viaje pidiendo otro GOFREE!, estuvo mejor el de Bruselas, peeeeeeeeeeeeeeero un gofre es un gofre y aún así fue todo un gustazo debido también al invernal frío que me estaba tocando sufrir.

Y tras callejear un poco más, decidimos poner rumbo hacia la estación para volver a Bruselas y descansar un poco dado que no había nada más que ver y acabamos exhaustos del día y mañana nos tocaba otra ciudad en la que había que callejear, y bastante… BRUJAS, experiencia que contaré el próximo lunes.


En Gante hablan el flamenco, aunque si hablas en francés te suelen entender pero no contestar, porque a parte de las batallitas que tienen entre ellos que serían como aquí País Vasco – resto de España, no lo usan y por tanto no saben hablarlo. Pero esto será mucho peor en Brujas con algo parecido a Cataluña – resto de España.

Muchas gracias, y hasta pronto.

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